La Educación centrada en la persona promueve el desarrollo integral del individuo, respetando su autonomía y ritmo de aprendizaje. La Pedagogía no directiva deriva de este enfoque, con el docente como facilitador, estimulando el aprendizaje significativo.
Carl Rogers concibe la psicología humanística como una visión del ser humano basado en la responsabilidad sobre sí mismo, creatividad, libertad y consciencia. El objetivo principal es que cada persona construya su vida como arquitecta de su propia realización personal, desarrollándose de forma autónoma y consciente de sus elecciones.
Educación centrada en la Persona
La Educación centrada en la persona es un enfoque pedagógico basado en los principios de la psicología humanística de Rogers, que coloca al discente en el centro del proceso educativo. Respeta su individualidad y su ritmo de aprendizaje, promoviendo su desarrollo integral también a nivel ético, emocional y social. Este enfoque crea un ambiente de confianza, respeto mutuo y seguridad.
Objetivos de la Educación centrada en la Persona
Desarrollo integral: Promover el crecimiento personal y el desarrollo de habilidades cognitivas, éticas, emocionales y sociales.
Autonomía y responsabilidad: Estimular la autodirección, la toma de decisiones y la responsabilidad en el propio proceso de aprendizaje.
Aprendizaje significativo: Facilitar experiencias de aprendizaje relevantes, conectadas a los intereses y necesidades del alumno.
Competencia personal: Potenciar la autoconfianza y el sentido de valía personal.
Pedagogía No Directiva
La Pedagogía no directiva se deriva del enfoque centrado en la persona y comparte los mismos principios humanistas. Se enfoca en una intervención adecuada a las necesidades reales del discente, donde el docente actúa como facilitador del aprendizaje, creando un entorno en el que el participante puede crecer y aprender de manera autodirigida. En este contexto, el rol del docente es guiar, pero no imponer conocimientos, permitiendo al educando tomar control de su aprendizaje.
Condiciones para facilitar el aprendizaje
Autenticidad: El docente debe ser genuino para que el alumno confíe y se exprese con libertad.
Aceptación: El educador debe aceptar al estudiante tal como es, con sus diferencias, virtudes y defectos, respetando su derecho como persona autónoma.
Comprensión empática: El educador debe ser capaz de ponerse en el lugar del aprendiz mediante la escucha activa, entendiendo sus perspectivas y emociones.
Nuestra posición de facilitadores implica la continua creación de situaciones que propicien la expresión y el desarrollo de las propias tendencias del niño, niña o joven. Confiamos siempre en su potencial creativo y en su autodeterminación.
Es imprescindible la utilización de recursos que permitan explicitar compromisos, donde el chico o chica asume una participación activa en la toma de decisiones acerca de lo que aprende, cómo lo aprende, cuándo y para qué. El chico o la chica asume la responsabilidad en el proceso de su aprendizaje al comprometerse con el logro de determinados resultados, su vinculación con el grupo o con su educador, con los procesos de investigación o el estilo de las actividades acordadas, y finalmente asume la autoevaluación, donde él mismo valora su propio aprendizaje.
Rol del Facilitador
El grupo educativo se concibe como un espacio de encuentro, donde se vivencian experiencias que promuevan el autoconocimiento, la colaboración y la comprensión mutua. Aceptamos al grupo tal y como se organiza, y a cada uno de sus miembros como una persona total e integral.
Nuestros programas formativos suelen comenzar a partir de objetivos ambiguos o indefinidos porque son los miembros del grupo, nuestros chicos y chicas, quienes deben precisar los objetivos y decidir qué quieren aprender. Nosotros les ayudamos a desarrollar habilidades y estrategias para que puedan enfrentarse a su propia curiosidad y encaren con confianza los procesos de aprendizaje que deseen tener.
Las funciones del facilitador
El docente acompaña, ayudando a desarrollar actividades que permitan a los niños, niñas o jóvenes enfrentar sus desafíos y cumplir sus metas. Cuidará de:
Crear un clima propicio para la convivencia y el aprendizaje.
Ser congruente y consciente de las propias opiniones, ideas y sentimientos. Debemos tener autoconocimiento y mostrarnos genuinos, mostrar sinceridad en las emociones y pensamientos, rechazando posturas autoritarias y egocéntricas, e informando siempre de cuáles son las fuentes del conocimiento que queremos poner a disposición de nuestros alumnos.
Estar disponible para el educando en cualquier momento, facilitando la confianza mutua. Haremos entender a cada persona, a cada uno de nuestros chicos o chicas, que en cualquier momento que se le requiera, podrá contar con el docente, así como el docente puede contar con ellos.
Facilitar el desarrollo de habilidades y estrategias para que los alumnos exploren su propia curiosidad y afronten el aprendizaje con confianza.
Para Rogers, enseñar significa permitir que el discente aprenda, es decir, propiciar las condiciones para que exprese libremente sus necesidades en un clima afectuoso, de comprensión, aceptación y respeto.
La Educación en Valores
La Educación centrada en la persona y la Pedagogía no directiva están perfectamente vinculadas con la Educación en Valores. Al estimular el respeto, la empatía y la responsabilidad, estos enfoques promueven el desarrollo de valores como la libertad, la solidaridad, la autenticidad y la colaboración. Además, permiten que los alumnos tomen un papel activo en su propio proceso de aprendizaje y el otros, favoreciendo su desarrollo como individuos éticos y conscientes de su responsabilidad en la sociedad.
Apreciamos al niño, niña o joven, como un ser único e individual, como una persona creadora de su propio conocimiento que aprende participando activamente. La asunción de valores de forma consciente y voluntaria les ayuda a ser ya, en su vida diaria presente, ciudadanos y ciudadanas comprometidas y reflexivas.
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